Necesitamos ambas cosas
El amor de Dios y el temor de Dios, ambos son importantes para la vida de un creyente. La combinación de ambos nos ayuda a recorrer el camino de Dios para nuestras vidas. Tener solo el temor de Dios nos lleva a una hiperconciencia de nuestro pecado y, a menudo, a una vida religiosa. Mientras que solo ser consciente de Su amor a veces puede hacer que las personas se desvíen y al contrario no sean conscientes.
El temor del Señor, equilibrado con Su amor, nos recuerda porqué actuamos en obediencia, y nos da respeto y honor hacia Dios para seguir caminando en obediencia. Es debido a Su amor por nosotros que somos conducidos a una forma de vida más plena y congruente. Él nos da límites porque sabe lo que es bueno para nosotros y podemos confiar en Él. Tanto el amor de Dios como el temor de Dios se experimentan a través de una relación viva con Él. ¡De esta relación genuina aprendemos quién es Dios! ¡y que Él tiene buenos planes para nosotros!
Temer al Señor no significa tenerle miedo, más bien, una alta reverencia a su Poder y Autoridad. Es mostrar honor y respeto sabiendo que estamos en relación con EL Dios todopoderoso, creador de todo lo existente. En una ilustración podríamos sugerir el pensar en un juez, un gobernante o un policía de la ley. Imagina que aceleraste y no respetaste un semáforo en luz roja, y a tu lado hay un tránsito de vialidad. Esa reverencia y temor a que se te aplique la ley, y lo que sentirías al momento en que el policía viene hacia ti, es parecido a este temor de Dios del que nos habla la Biblia. Con esa consciencia debemos vivir y actuar en conjunto con el Amor y la Gracia de Dios para podernos mantener en el camino recto y estrecho.